Un caso de expolio sacude el Museo Lenbachhaus

Conocido mundialmente por su riquísima colección de obras del Caballero azul, el movimiento que se formó en vísperas de la primera guerra mundial en torno a los pintores Vassily Kandinsky, August Macke, Franz Marc y Gabriele Münter, el Museo Lenbachhaus de Múnich ¿va a desprenderse de una de sus obras maestras? Este es en cualquier caso el deseo de los herederos del coleccionista judío neerlandés Emanuel Lewenstein, que iniciaron un proceso en este sentido ante la justicia neoyorquina el viernes 3 de marzo. Según ellos, La Vie colorée, una de las obras de Kandinsky expuestas en el museo, debería ser restituida a la época en que fue vendida sin permiso de sus propietarios, en otoño de 1940, unos meses después de la ocupación del País Vasco por la Alemania nazi.

Une conseillère liée aux nazis.

Fuera de Rhin, la historia ya ha hecho ruido, como demuestran las tres páginas completas que dedicó el Süddeutsche Zeitung en su edición del sábado 4 de marzo. Un interés que se explica tanto por la importancia de esta obra, pintada en un momento característico de la carrera de Kandinsky, antes de su elección de orientarse decididamente hacia la abstracción, como por la identidad de su actual propietario, el Bayerische Landesbank, séptimo banco del país, cuyo 94% del capital pertenece al Estado de Baviera. Ce qui donne à l'affaire une dimension éminemment politique.

Pintada por Kandinsky en 1907, La Vie colorée fue adquirida por Emanuel Lewenstein en 1927. Después de su muerte, tres años más tarde, su viuda guardó el cuadro en el Museo Stedelijk de Ámsterdam. Allí permaneció hasta octubre de 1940, fecha en la que fue galardonado con un premio en una exposición en la que figuraban varias obras pertenecientes a otros coleccionistas judíos. Una decisión impugnada por los descendientes de Lewenstein, que afirman que el museo nunca ha recibido el mandato de proceder a tal venta. Y por qué: en el momento de la misma, la viuda de Lewenstein había fallecido hacía tres años, mientras que sus dos hijos, por temor a las persecuciones, habían abandonado los Países Bajos durante la ocupación nazi del país, uno con destino a los Estados Unidos y el otro a Mozambique.

Asesorados por James Palmer, patrón de Mondex, un célebre gabinete canadiense especializado en la búsqueda de obras de los nazis, los herederos de Lewenstein afirman que el Bayerische Landesbank, al adquirir el cuadro en 1972 antes de entregarlo en depósito permanente al Museo Lenbachhaus, no podía ignorar las condiciones en las que se vendió a los ingleses en 1940. Un elemento, en particular, despertó sus sospechas: el hecho de que, para llevar a cabo esta transacción, el banco contara con el asesoramiento de Erika Hanfstaengl, una historiadora del arte cuyo tío era amigo de Hitler y que también había trabajado para el régimen nazi durante la guerra.

¿Restitución o indemnización?

¿Qué posibilidades hay de que prosperen las gestiones emprendidas por la familia Lewenstein? En Alemania, el asunto podría ser examinado por la Comisión Limbach, una instancia creada en 2003 para servir de mediadora en los litigios relativos a las obras de arte expoliadas por los nazis. Sin embargo, su poder es limitado, en la medida en que las "recomendaciones" que se le pide que formule no tienen valor contraproducente.

Deseoso de demostrar su buena voluntad, el Bayerische Landesbank se enteró de que estaba dispuesto a devolver la obra a la comisión, pero se aseguró de expresar su deseo de que la obra siguiera expuesta en el museo Lenbachhaus. En lugar de una restitución, los propietarios de Lewenstein podrían contentarse con una indemnización. En este caso, habrá que fijar el importe. En la demanda que han presentado en Nueva York, ya anunciaron la cifra: según ellos, La Vie colorée de Kandinsky vale 80 millones de dólares (unos 75,5 millones de euros).